Resulta aterrador el hecho de observar la forma en que la pavorosa tormenta de arena se acerca a la ciudad de cuatro millones de habitantes hasta cubrirla de una impenetrable nube de polvo. Durante varias horas, la capital saudita permaneció paralizada e inerme ante este colosal fenómeno de la Naturaleza. La visibilidad casi nula obligó al cierre del aeropuerto de Riad y a la interrupción del tránsito de automóviles por las calles de la ciudad.
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